El miércoles leí un artículo, en el periódico, acerca de los cigarrillos. Estaba muy interesante e hizo que me preguntara ¿cuándo empecé a fumar?. No recuerdo exactamente el día, ni si alguien me enseñó. Lo que sí está muy clarito en mi mente es que cuando mi mamá me vio fumando ni siquiera se sorprendió; fue como si mi personalidad ya se lo hubiese mostrado. Y es que sufro esa maldición: mis papás me vieron crecer muy rápido. A veces pienso, y me imagino una pelea ficticia entre mi mamá y yo que terminara en un castigo ejemplar o en tirar la puerta de la calle e irme donde una amiga. Eso nunca pasó. Ni hubo pelea, ni castigo, ni nada.
Mis papás, y mi familia en general, siempre me han visto como la madura, la que todo lo entiende, la fuerte, la que sabe lo que hace, la independiente. A veces he llegado a odiar esa palabra, pues porque no solo me independizaron de ellos, en muchas cosas, sino que me independizaron del mundo, me hicieron una persona que no necesita de nadie cuando a veces eso duele.
Tal vez, si el trato hacía mí, especialmente de mi ma’, hubiese sido como el de cualquier adolescente, no sería quien soy; pero tal vez hubiera vivido cosas, momentos que envidio de mis amigas. Cosas tan simples como salir de compras, ver la tele juntas, viajar juntas. Me hubiera conformado con escuchar tal solo una vez, una sola vez, que me dijera que me quería (ella siempre ha sido una buena mamá y admiro lo que ha hecho por sus hijos y siempre se lo voy a agradecer) pero una sola frase, creo yo, hubiera mejorado nuestra fría relación madre-hija.
El destino me separó de la casa familiar. Eso fue bueno, aunque en los años que llevo aquí me han hecho ser madre dos veces y yo sin quererlo. No los culpo, la vida no es fácil pero yo no los parí y no entiendo por qué debo hacerme cargo de ellos. El primero me fue quebrando y endureciendo el corazón, se esmeró en partirme en dos durante un año. Lo estoy tratando de perdonar peor es duro. La segunda es mantequilla, pero no se vale; es una adolescente que está descubriendo muchas cosas de la vida ¿cómo le hago frente a eso? ¿Cómo le explico cosas, con que tino, si a mí nunca me las explicaron? Si alguien conoce de alguna escuela para eso por favor no dude en avisar. A ella, la estoy aprendiendo a querer.
Parece idiota lo que escribo, tal vez, pero es lo que pasa por mi cabeza. Crecí muy rápido, me perdí de mucho, también aprendí mucho de la vida. No se si agradecer o reprochar; ahora soy lo que soy, creo que eso les molesta, pero ni modo, no hay de otra y de muy buena gana espero lo puedan entender algún día.
Querida Autoerrática:
ResponderEliminarOjalá te ayuden estas palabras tanto como me ayudaron a mi en aquellos momentos: "todo tiene solución, excepto la muerte... y la familia".
Tu Majo