Iban
en el auto, cantando, charlando –a dónde vamos?, a un restaurant o cocinamos en
mi depa? –preguntó Llari. –Mmmm vamos a comer pescado? Hace tiempo que no como –respondió
Sofía. –Bueno, bueno lo que mi negrita linda quiera –dijo Llari largando las
carcajadas. –Estúpida, mímame, te largas de viaje, me dejas abandonada, ni un
puto mail me mandaste, así que ahora trabaja para reconquistarme, jum! –dijo
Chofi haciéndose la triste. –Ya, ya, cómo te pones, cuando te cuente todo vas a
entender por qué me desconecté –dijo Llari levantando las cejas.
Llegaron
al restaurant, se ubicaron en una mesa un poco alejada del resto, les
entregaron la carta –Señor, dos pisco sour, por favor –pidió Llari al mozo, –loca
no, tienes que manejar–dijo Sofía, –tranqui, es sólo eso para toda la comida,
un brindis por nuestro reencuentro, ay! cómo te extrañé desgraciada –dijo Llari
mientras hojeaba la carta. Hicieron el pedido, Sofía un cebiche de lenguado y
una jalea, Llari pidió leche de tigre como entrada y filete de chita como plato
de fondo. Mientras esperaban el pedido a Illari no dejaban de llegarle
notificaciones al iphone, –bueno, bueno, por lo visto la srta Illari
Ramos-Vigil estuvo haciendo de las suyas en el viaje –dijo Sofía en tono
burlón, –ja! Tú qué crees –respondió llari y se largó a reír. Les trajeron los
tragos y las entradas, –brindo por nosotras, porque otra vez vamos a estar
juntas amiga, cómo en Piura –dijo llari levantando la copa, –por nosotras, por
siempre, te quiero amiga –brindó Sofía, ambas muchachas se miraron y sonrieron.
Terminaron
de comer, Illari pagó y salieron hacia la camioneta, –no me vas a decir cómo
tienes a esta preciosura? –preguntó chofi, –me la regaló mi “mamita”…cuando
supo que había ingresado a la U me la compró, el sentimiento de culpa puede
hacer grandes cosas, sobre todo con Patricia Artillas –dijo llari restándole importancia,
–Ah –fue lo único que dijo Sofía, sabía que ese tema era complicado, ya lo
hablarían en otro momento. El clima había quedado raro, Llari encendió la
camioneta, –Llari, me acompañas a comprar un cel? –dijo Sofía, –sí, vao, al
jockey? –preguntó llari, –si quieres, desde esa vez…(sonrió) no he vuelto –contestó
Sofía, –chofi, chofi, que hdp, todavía te acuerdas? –dijo llari, –obvio, eso no
me lo voy a olvidar nunca jamás ja! –dijo burlándose de su amiga.
Entraron
al centro comercial, estacionaron y caminaron hacia las tiendas. Miraban las
vitrinas, si algo les gustaba entraban, se probaban las cosas y compraban. Llevaban
más de dos horas en el Jockey Plaza, habían comprado de todo menos un celular. –Cholita
vamos a buscar tu cel porque ya reventamos la plata y no compramos por lo que
vinimos –dijo llari riendo, –sí, vamos a claro –respondió Sofía. Cogieron sus
bolsas y caminaron hacia la tienda de celulares. Preguntaron por modelos y
planes, Sofía quería un smartphone última generación, pero no podía comprar la
línea porque todavía era menor de edad. –Puff! Ahora qué hago?, un prepago es
un rollo, recargarlo y eso –renegaba Sofía, –si llamas a tu mamá y le pides que
te lo compre? –dijo llari, –naaa me va a mandar el cel que dejé allá, nica,
tiene que haber otra forma –dijo chofi. Salieron de la tienda pensando en qué
hacer, Sofía miraba a su alrededor por si encontraba a alguien conocido para
que la ayude. –Ramiro!!! –dijo fuerte Sofía, Ramiro se frenó y giro para ver
quién lo llamaba, –Sofi, hola –dijo sonriendo, –Hola! –respondió sonrojándose,
Illari sólo reía al ver lo que estaba haciendo su amiga. Le contaron la
situación a Ramiro y este accedió a ayudarla, confiaba en ella y no quería
quedar mal con la muchacha.
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