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domingo, 12 de agosto de 2012

Sueños 12


Era viernes, sólo le quedaban dos días libres. Sofía había estado saliendo con Llari y con las otras chicas. Llari y Emilia habían pegado onda de inmediato, igual había pasado con Marlen, pero con Jackie no había manera, cada vez que Llari la veía se le transformaba la cara, no soportaba que sea tan acomplejada –pobre idiota, la detesto –decía Illari a Sofía, –no es mala, es sólo que la pobre vive en una nube y cree que tiñéndose el pelo de rubio, y escondiendo su origen ya es cool –le respondía Sofía, –bueno señorita, vamos a salir hoy o no? – preguntaba Llari, –uy! Cholita, mepa que no, he quedado con Ramiro, me da roche* plantarlo –decía Chofi cerrando los ojos, esperando el reclamo de Llari, –ya pues, que voy a hacer, al menos has que valga la pena el cambio eh! –decía Llari en tono juguetón, –ahh! Pero mañana te vienes a casa y me lo cuentas todo, ok –dijo, –ok, ama, lo que usted diga –respondió Chofi al otro lado del teléfono.
Chofi se sentó en la net y empezó a revisar sus cosas, redes sociales, email, diarios, bloomberg, chekar la bolsa, las cosas que hacía cotidianamente. Bajó a almorzar, se sentó con su grupete. Así se le pasó la tarde entre charlas y amigas. Revisó su reloj y se fue a alistar. Eligió jeans pitillo, una blusa de algodón con un hombro caído, borcegos, aretes largos y se sujetó el cabello en una cola alta. Su celular sonó –hola, Sofi, ya estoy abajo –dijo Ramiro con timidez, –listo, ya voy – respondió Sofía. Se puso perfume y salió. Ramiro se la quedó mirando embobado, Sofía se dio cuenta y se sonrojo, tomo aire y siguió con naturalidad. –Hola –dijo, –hola –respondió él y le dio un beso en la mejilla. Él la invitó a pasar primero y le señaló su auto, caminaron hacia él, le abrió la puerta, Chofi subió, cerró y caminó hacia la puerta del piloto. –Dios que roche, me abrió la puerta, joder, tengo que relajarme –pensaba y sonreía.

–Ya tengo las entradas, felizmente, todavía quedaba lugar para Soñadores –dijo Ramiro todavía tenso. –Bien, hace tiempo me quedé con ganas de verla, en Piura no la pasaron y cuando vine a Lima ya no estaba en cartelera –comentó Sofía. Por esos días, un centro cultural hacía una muestra de cine europeo, a Sofía le encantaba y a Ramiro también. Cuando le escuchó sugerir esa película, Ramiro sólo quería abrazarla por no hacerlo ver las ñoñadas que estaban en cartelera. Llegaron al lugar, Ramiro se apresuró a abrirle la puerta, Sofía sonrió y dio las gracias. Entraron y ubicaron sus lugares. Sofía estaba atenta a la película, Ramiro no sabía si mirar la película o a Sofía, cada desnudo se ponía tenso y la miraba de reojo, ella hacía como si nada –Ramiro, relájate, sólo es gente calata teniendo sexo –dijo y soltó una pequeña carcajada. Ramiro sonrió y siguieron viendo la película.      


Salieron de la muestra, intercambiaban comentarios, Ramiro la invitó a cenar, pero Sofía prefirió un sándwich, le parecía muy pronto para una cena. Amagó con pagar, pero Ramiro no se lo permitió, así que no volvió a intentarlo. Charlaron sobre cine, sobre sus cosas, la pasaban bien juntos. Ramiro la llevó a la residencia, la acompañó hasta la puerta de su habitación (era de noche y era coordinador así que podía colarse) y le recordó que le prestara un libro que ella le había mencionado, –uy! Ahorita? –preguntó Sofía, –me lo prometiste –dijo él con tono seductor, –bueno, pasa –dijo Sofía, lo dejó entrar y cerró la puerta.

Él besó su cuello lentamente, besos suaves, tiernos. Ella estaba a horcajadas de él, le acariciaba la espalda, no quería desprenderse, lo amaba tanto, no quería que aquello terminara, necesitaba más, con los besos no le alcanzaban. Estaba completamente húmeda, sus lenguas danzaban, tirantes y calientes, necesitaban más del otro, él acariciaba sus piernas, metía las manos por debajo de la minifalda y jugaba con la tanga, la estaba llevando al límite, la estaba volviendo loca, le encantaba. Ella desprendió uno por uno los botones de la camisa, sin dejar de besarlo, bajo por su cuello hacia el pecho, jugó con los pezones, los mordía con suavidad, los gemidos de él la hacían sentirse atrevida, fogosa. Volvió al cuello con chuponcitos haciendo que su lengua baile en ese cuello, él no dejaba de acariciarla, de menearse debajo de ella, “necesito más, necesito sentirte dentro”, le ronroneó ella en la oreja mientras mordía el lóbulo. La trajo más hacia él, le corrió el cabello, “si lo pides lo vas a tener princesa” le dijo con voz ronca, hizo círculos con su lengua, ella lanzaba pequeños gemidos, no podía más. Tensó un poco el cuerpo cuando lo sintió rozar su piel, su pulsó se aceleró, era como un alfiler sobre seda, los pasó una vez sobre su cuello, haciéndola estremecer y entró. Ella lanzo un gran gemido de placer, sentir sus colmillos era la gloria…

Sofía cerró el libro de golpe, sacudió la cabeza –mejor me doy una ducha porque cómo estamos Chofi eh? –se burlaba de ella misma. Se fue al baño, se desnudó y se metió bajo el agua. Disfrutaba de ese contacto, recordó lo del libro, se sentía caliente, hacía tanto que nadie la tocaba, volvió a sacudir la cabeza, despejó la mente y sonrió –maldito libro, me voy a tener que comprar un vibrador, yo no puedo seguir así –sentenció y cerró la ducha. Se vistió para dormir –pufff –daba vueltas en la cama –ahora cómo haríamos para conciliar el sueño, no puedo estar tan caliente, quiero un vampiro –dijo haciendo puchero. Se ayudó a dormir.

*Roche: vergüenza

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