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miércoles, 11 de julio de 2012

Sueños 4


Estaba parada bajo el chorro de agua, disfrutaba de ese contacto, movía el cuello y cantaba a bocajarro. Estaba sola y cantar le hacía bien. –Cállateeeee!!! –gritaron mientras golpeaban la puerta del baño. –Yaaaaaa! No grites –Sofía lanzó un suspiro –me había olvidado de que la loca también vivía acá…esto va a ser un maldito infierno – apoyó la cabeza en la pared de la ducha, cerró la llave, deslizó la puerta y tomó la toalla de felpón rosa para secarse. Se puso una toalla en la cabeza y con la otra se envolvió a la altura de los senos, cogió sus cosas, respiró hondo y salió.
Marlen estaba parada frente al baño con los brazos cruzados. Qué? –dijo Sofía, ­­­–encima lo preguntas, mira niñita…–empezaba a decir Marlen, pero Sofía levantó la mano haciéndole una señal de stop,
–Yo no sé qué carajo te pasa, no soy tu amiga, pero tampoco tu enemiga, que yo sepa. Si estás molesta porque canté en el baño, lo siento, no sabía que estabas acá…–
–Vivo acá, por si no te enteraste –dijo Marlen con sorna
–Ya sé qué vives acá y si hubiera sabido que estabas de vuelta bajaba la voz, sé comportarme –decía Sofía.
–Sí, claro –murmuró Marlen
–Cuál es tu maldito problema? –dijo levantando la voz
–Tú eres mi maldito problema, tú…–
–Mira, no sé quién eres y ya me está interesando poco saberlo, vamos a vivir acá, te guste o no, yo no pienso irme, pero tampoco pienso joderte, así que tú misma reina, o vivimos en paz o te jodes, así de simple y sencillo –dijo pegando media vuelta hacia su habitación.

Marlen quedó hecha una fiera –ésta no me va a dejar con la palabra en la boca, quién se ha creído, ahhhh, a mí me va a escuchar –dio un golpe al piso y se metió en la habitación de Sofía. –Pero qué…– Marlen abrió los ojos y se volteó, Sofía no sabía si reír o sacarla de una patada.
–Puedo saber que haces acá? –
–ehhh perdón, pensé que ya te habías vestido –
–Siempre te metes así a los lugares privados o yo tengo la exclusividad? –le decía Sofía quien estaba en ropa interior y con los brazos cruzados.
–La puta madre! Estas cosas sólo me pasan a mí –rezongaba Marlen con las manos en la cara.
–Hey! Te vas a quedar ahí o dejas que me cambie? –
–No, ya me voy – dijo y salió disparada.
–Ésta chica tiene problemitas –sentenció y se puso la pijama.
Marlen se tiró a su cama, no podía creer el roche que acababa de pasar –ahora la tarada esa me va a tener de punto –renegaba sobre la almohada. Toc, toc, Marlen levantó la cabeza –qué? –dijo sin ganas, –¿podemos hablar? –dijo Sofía del otro lado de la puerta. Pufff soltó, se paró de la cama y abrió –pasa –. Sofía entró, miró la habitación de Marlen y se le escapó una risita, –viniste a hablar o a burlarte de mis cosas –dijo ya irritándose.
–Puedes calmarte. No vine a pelear, sólo vine a que arreglemos los tantos. No sé qué te pasa conmigo que eres tan desagradable, pero vamos a convivir así que es mejor poner las cartas sobre la mesa –dijo Sofía mientras se sentaba en la silla del escritorio de Marlen.
–No me caes bien, eso es lo que pasa –
­–Me voy dando cuenta, pero debe haber alguna forma de que llevemos la fiesta en paz, yo no te jodo y tú no me jodes –dijo Sofía y jugaba con su cabello.
–Con que no me dirijas la palabra está bien y el baño no es de tu propiedad ni para andar dando conciertos –dijo Marlen sentándose en la cama.
–Hecho – y le estiró la mano, Marlen respondió de la misma forma, levantó una ceja y dijo –hecho. Sofía salió de la habitación.

Marlen se quedó pensando en la actitud de Sofía –me habré equivocado con esta pituquita, no, no, no, Marlen, todas son iguales, se creen que el mundo gira a su alrededor sólo por tener plata, ésta debe ser igual –se trataba de convencer, pero había algo que no le cerraba de Sofía para encajar en el esquema de pituca que tenía Marlen.

Sofía Lazarte De La Flor era una muchacha de 1.65 cm, esbelta, de tez morena, dorada por el sol norteño. Había nacido en Piura, pero sus papás eran limeños asentados allá. Eran prósperos agroexportadores, especialmente, en el rubro del café. Tenían una casa chica en la ciudad por si tenían que hacer negocios o algún imprevisto, pero su residencia permanente era una hacienda llamada “Casa Grande”. Sofía había crecido en el campo, entre animales, plantas y fogones, pero también entre mucho lujo y dinero. Tenía los ojos grandes como dos avellanas color azul y el cabello negro azabache hasta la cintura herencia de su padre. Era una excelente amazonas y así como conocía de granos de café, conocía de marcas de ropa y calzado. Sofía amaba viajar, era independiente, decidida, culta y sensual, era una mujer hermosa. Sofía Lazarte encajaba perfectamente en el molde de pituca arrogante que tenía Marlen, pero Sofía no era cualquiera y Marlen se estaba dando cuenta.

Sacudió la cabeza y se prometió no seguir dándose manija por una tarada nariz respingada. Se puso el pijama, los audífonos y se durmió con el arrullo de Para chaska



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