Toc, toc –Sofía
sintió la puerta entre sueños –pero lptm qué hora es? –miró el reloj –las 5:30
a.m. puf –se paró refunfuñando, –a quién se le ocurre fastidiar a esta hora,
por favor? Dónde dejaron la educación ahhhh –renegaba mientras caminaba a la
puerta principal del mini departamento a paso de tortuga. Toc, toc, toc, toc –insistían
en la puerta –ya voy!! –gritó Sofía entre molesta y cansada, giró la perilla,
abrió un poco la puerta, miró a la persona que había estado tocando y levantó
una ceja –quién en su sano juicio se levanta a esta hora y está maquillada? –pensó
al mirar a la muchacha quien la estaba viendo de pies a cabeza. –Me despertaste
por algún motivo o golpeas las puertas sólo de mala costumbre??? Quién eres? Qué
quieres? –dijo Sofía un poco cabreada. –Ay! hola, sorry por despertarte pero se
suponía que Marly ya debería estar lista –dijo la chica y se colocaba el pelo
detrás de la oreja una y otra vez. Lo único que Sofía pensaba era en 1° lo mal
maquillada que estaba esa mujer, 2° el horrible tono de voz y 3° Marly?? Dijo Marly,
no pudo evitar sonreír. –De qué te ríes? –preguntó la muchacha un poco
fastidiada, –de nada, ya vengo, voy a despertar y avisar a MARLY (puso énfasis
en la palabra) que la busca???? Quién eres? –dijo Sofía. –Por fa, dile que
Jackie está acá –pidió la chica sin dejar de tocarse el cabello.
Cerró
la puerta y caminaba moviendo la cabeza en negación, estaba contrariada, esa
muchacha la había sacado de cuadro. Tocó la puerta de Marlen, primero suave,
apenas con los nudillos, al no obtener respuesta, golpeó la madera con las
palmas –ya voy! –dijeron del otro lado –te volviste loca? –dijo mientras abría
la puerta con violencia. Sofía que estaba harta de que le hayan arruinado el
sueño, tomo aire –mira, afuera hay una chica que parece tener un problema con
su cabello, no para de tocárselo, que busca a Marly, una tal Jackie, te suena? –dijo
Sofía con el ceño fruncido. –Mierda! Me había olvidado de Jackie, dile que ya
voy –soltó Marlen, –sí, claro y te preparo un cafecito también? No me jodas! –dijo
y se metió en su habitación. Marlen corrió a la puerta, –hola, pasa, espérame
un 5 y vamos –dijo y corrió a su habitación a cambiarse. Se puso un buzo,
zapatillas negras y salió –ya estoy, vamos –dijo Marlen, Jackie la miró –ya era
hora, te pasaste ah – hizo una mueca y salieron.
Jackie
y Marlen se conocieron en la inducción para chicos de la capital, ellas
llevaban casi un mes en la residencia. Jackie vivía en el otro edificio, ella
no era becada, tenían la rutina de salir a correr a las 5:30, todos los días.
Jackie la había convencido, Marlen no era mucho de hacer ejercicios, pero por
ahora le iba bien. Marlen todavía no entendía cómo es que se llevaba bien con
ella, eran tan diferentes. Jacqueline de Jesús Huayhua Pérez, de 17 años, era
una muchacha de cabellos y ojos negros de nacimiento, pero ahora rubio por el
tinte y color miel por los lentes de contacto, con rasgos andinos muy marcados
y ella renegaba de ello. Delgada, casi una tabla, de 1.55 cm de altura, amaba
el maquillaje y usar tacos, una de esas chicas cuyo lema de vida es antes muerta que sencilla. Hasta los 7
años vivió en un barrio humilde, sus papás, luego de trabajar como empleada del
hogar y él como obrero en textiles, incursionaron en un negocio textil y con
mucho trabajo se convirtieron en prósperos empresarios del Emporio Gamarra. Su
familia tenía confecciones propias y exportaban telas, y algunas prendas de
vestir, además de tener una galería, la cual alquilaban, y varios otros
inmuebles en el emporio. De pronto, Jackie se volvió una chica pudiente, que le
daban lujos, colegio privado, etc, pero se avergonzaba de sus raíces.
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