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martes, 17 de julio de 2012

Sueños 7


Toc, toc –Sofía sintió la puerta entre sueños –pero lptm qué hora es? –miró el reloj –las 5:30 a.m. puf –se paró refunfuñando, –a quién se le ocurre fastidiar a esta hora, por favor? Dónde dejaron la educación ahhhh –renegaba mientras caminaba a la puerta principal del mini departamento a paso de tortuga. Toc, toc, toc, toc –insistían en la puerta –ya voy!! –gritó Sofía entre molesta y cansada, giró la perilla, abrió un poco la puerta, miró a la persona que había estado tocando y levantó una ceja –quién en su sano juicio se levanta a esta hora y está maquillada? –pensó al mirar a la muchacha quien la estaba viendo de pies a cabeza. –Me despertaste por algún motivo o golpeas las puertas sólo de mala costumbre??? Quién eres? Qué quieres? –dijo Sofía un poco cabreada. –Ay! hola, sorry por despertarte pero se suponía que Marly ya debería estar lista –dijo la chica y se colocaba el pelo detrás de la oreja una y otra vez. Lo único que Sofía pensaba era en 1° lo mal maquillada que estaba esa mujer, 2° el horrible tono de voz y 3° Marly?? Dijo Marly, no pudo evitar sonreír. –De qué te ríes? –preguntó la muchacha un poco fastidiada, –de nada, ya vengo, voy a despertar y avisar a MARLY (puso énfasis en la palabra) que la busca???? Quién eres? –dijo Sofía. –Por fa, dile que Jackie está acá –pidió la chica sin dejar de tocarse el cabello.

Cerró la puerta y caminaba moviendo la cabeza en negación, estaba contrariada, esa muchacha la había sacado de cuadro. Tocó la puerta de Marlen, primero suave, apenas con los nudillos, al no obtener respuesta, golpeó la madera con las palmas –ya voy! –dijeron del otro lado –te volviste loca? –dijo mientras abría la puerta con violencia. Sofía que estaba harta de que le hayan arruinado el sueño, tomo aire –mira, afuera hay una chica que parece tener un problema con su cabello, no para de tocárselo, que busca a Marly, una tal Jackie, te suena? –dijo Sofía con el ceño fruncido. –Mierda! Me había olvidado de Jackie, dile que ya voy –soltó Marlen, –sí, claro y te preparo un cafecito también? No me jodas! –dijo y se metió en su habitación. Marlen corrió a la puerta, –hola, pasa, espérame un 5 y vamos –dijo y corrió a su habitación a cambiarse. Se puso un buzo, zapatillas negras y salió –ya estoy, vamos –dijo Marlen, Jackie la miró –ya era hora, te pasaste ah – hizo una mueca y salieron.

Jackie y Marlen se conocieron en la inducción para chicos de la capital, ellas llevaban casi un mes en la residencia. Jackie vivía en el otro edificio, ella no era becada, tenían la rutina de salir a correr a las 5:30, todos los días. Jackie la había convencido, Marlen no era mucho de hacer ejercicios, pero por ahora le iba bien. Marlen todavía no entendía cómo es que se llevaba bien con ella, eran tan diferentes. Jacqueline de Jesús Huayhua Pérez, de 17 años, era una muchacha de cabellos y ojos negros de nacimiento, pero ahora rubio por el tinte y color miel por los lentes de contacto, con rasgos andinos muy marcados y ella renegaba de ello. Delgada, casi una tabla, de 1.55 cm de altura, amaba el maquillaje y usar tacos, una de esas chicas cuyo lema de vida es antes muerta que sencilla. Hasta los 7 años vivió en un barrio humilde, sus papás, luego de trabajar como empleada del hogar y él como obrero en textiles, incursionaron en un negocio textil y con mucho trabajo se convirtieron en prósperos empresarios del Emporio Gamarra. Su familia tenía confecciones propias y exportaban telas, y algunas prendas de vestir, además de tener una galería, la cual alquilaban, y varios otros inmuebles en el emporio. De pronto, Jackie se volvió una chica pudiente, que le daban lujos, colegio privado, etc, pero se avergonzaba de sus raíces.

De regreso a los dormitorios, iban caminando despacio –oye, no te pregunté, la que me abrió fue Sofía de la que me hablaste? –preguntó Jackie, –sí, la misma que viste y calza, por qué? –respondió Marlen, –no, por nada, por saber –contestó sin darle mayor importancia. Llegaron a los edificios, –nos vemos en el desayuno –dijo Jackie, –ya –respondió Marlen. Se dieron un beso en la mejilla –chau –dijeron al unísono. 




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