En
la camioneta rumbo a los dormitorios, Sofía le iba contando todo el chongo que
se armó con Fernando porque no quería que estudie en Lima –se puso faltoso, o
Lima o yo –remedaba Chofi, –así que lo mandé a la mierda, el ultimátum que se
lo de a su santa madrecita –dijo Sofía entre risas, –además, amiga, con Fer
fue, no era lo mismo, que se yo me cansé de sus idioteces –suspiró y subió el
volumen de la música. –Naaa todo bien hasta ahí, Fernando es un perfecto
idiota, churro, pero idiota, pero no te hagas que quiero saber qué onda con
Ramiro – dijo Llari mientras bajaba la música.
Ninguna
emitió bocado, Illari estacionó el auto y se quedó mirando a Sofía, –ay! que
pesada! Ramiro, puffff, nada, fue mi coordinador del grupo de bienvenida y eso,
es un chico chevre, y no hay más que contar, eso es todo –dijo Sofía mirando a
Llari a los ojos. –Ya, seguro –bufó Llari volteando los ojos y arrancó la
camioneta. Sofía la miraba como diciéndole créeme, –no me pongas esa carita de
tarada porque lo que yo vi hoy mmm no sé a qué estás jugando, pero a ese pata
le gustas –dijo Llari con total seguridad, –noooo, tú crees?, qué se yo, no me
hago cargo reina –dijo Sofía sin darle importancia. –Mejor cantemos – gritó
Llari y le dio a todo el volumen. Llegaron a la residencia de Sofía, quedan
para el fin de semana, Llari se va.
Sofía
sube a su habitación, se da una ducha y se tira a la cama pensando en lo que le
había dicho Llari, –a mí no me gusta Ramiro o sí? – Se decía en voz baja, –es
lindo, pero…fush fush Sofía, céntrate y deja a los chicos para otro día que la
vas a terminar cagando –se recriminó. Se quedó dormida.
Se
escuchaba una música a lo lejos, sonidos raros, Sofía se paró de la cama
somnolienta y se encontró con Marlen en el pasillo –pensé que eras tú la de la
música rara –dijo Sofía mientras largaba un gran bostezo, –yo? Noo estoy loca,
pero no tanto, yo venía a putearte a ti pensando que era tú música –dijo Marlen
frotándose los ojos, –viene de afuera –dijo Marlen. Las muchachas caminaron con
pachocha* hasta el balcón. Abrieron bien los ojos, no creían lo que estaban
viendo, un grupo de jóvenes, hombres y mujeres haciendo yoga, con su música
puesta a un parlante en medio del patio. –Pero será posible, que desgraciados!
Cómo ponen esa mierda a esta hora, no nos podemos quejar? –preguntó Sofía
indignada, –no sé, es la primera vez que los escucho desde que estoy acá, pero
si están ahí es porque deben tener el permiso, así que nos cagaron –dijo Marlen
rascándose la cabeza. Las muchachas levantaron la cabeza por el balcón al
escuchar otras voces, a las chicas de los otros cuartos también las habían
despertado.
“Amiga,
apaga tú música, queremos dormir”, gritaban unas, “Oye, ya pues no sean conchudos
queremos dormir y ustedes ponen esa música tan fea”, gritaban otras; en unos
minutos, todas las chicas que dormían en ese bloque empezaron a gritar e
insultar para que apaguen la música. La administradora oyó el barullo y fue
hacia él. –Señoritas, ¿qué está pasando? –dijo molesta, “queremos dormir y nos
ponen esa música a todo volumen, no puede ser”, dijo una morocha, a ella se le
sumaron otras voces, no se entendía nada. –A ver, se calman, que hable una –pidió
Carmela, –Bueno, Srta. Arias, buenos días –dijo Sofía, –buenos días, Srta.
Lazarte, es bueno tener un poco de educación en medio de esta trifulca –dijo
con sorna la administradora. –Tenemos una situación con los chicos del yoga,
ninguno es de este bloque, pero por la ubicación de sus chakras y no sé cuánto, eligieron este lugar.
El problema es que, todo bien con sus chakras y espíritus, pero no nos dejan
descansar, hace una hora estamos pidiendo, por favor, que apaguen la música, y
no quieren, son las 7 de la mañana, me parece que no es justo, ellos están
manejando nuestro tiempo de descanso y así no deben ser las cosas –dijo Sofía
con seriedad. El pabellón estaba en completo silencio. –Cuando las cosas se
exponen así, nos podemos entender, arreglo esto ya mismo y, señoritas, dijo
mirando al bloque, ya tienen delegada –anunció y se dio media vuelta hacia el
grupo de yoga.
“Yeeeeeeeeeeeeee”
“Hurraaaaaa” “Bravo Sofía” gritaban en el pabellón, –no qué tenían mucho sueño,
qué hacen gritando como salvajes –dijo con un megáfono la señorita Arias. Más
rápido que inmediatamente las chicas se metieron a sus habitaciones. –No me
digas ni mierda, ya hablaré con Carmela, yo no quiero ser nada –advirtió Sofía,
–Sí, claro, es que tú mandas –dijo Marlen carcajeándose. Se metieron a sus
habitaciones, Sofía había traído provisiones para no despertar temprano al
desayuno y se tiraron a dormir. Ese día no tenían actividades, ni nada, era
sólo descansar, en unos cuántos días empezaría la verdad de la milanesa, las
clases.
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